El reciente cambio en la forma de evaluación

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Los cangrejos nos han traído las notas.

Los padres no deberían admitir un número como resumen de lo que sus hijos han hecho en la escuela.

Fin de trimestre: un montón de miles de padres de alumnos de primaria y de primero y tercero de ESO han recibido las notas de sus hijos. Muchos padres, pero no todos, encontrarán en el boletín de notas un comentario anexo que, en la mayoría de los casos, no pasará de uno o dos renglones.

En primaria ya estábamos acostumbrados a leer una de estas dos frases: «progresa adecuadamente» o «necesita mejorar».

Esta vez, no: esta vez hemos visto números. Cuando yo nací, las notas numéricas ya existían y cuando mis padres iban a la escuela, también. La LOGSE intentó que la evaluación del aprendizaje de los alumnos fuera más una herramienta de conocimiento que una valoración moral (aprobar o suspender lo es) y, por eso, en lugar de números, optó por estas dos expresiones tan sencillas, pero tan comprensibles. Desde la Conselleria d’Educació se argumenta (cito a este diario): si nos dicen que un alumno progresa adecuadamente en lectura no sabemos si sabe leer o no. Eso se dice desde una conselleria que se proclama progresista.

Con frecuencia los intereses tergiversan las buenas lecturas.

LOS PADRES de los alumnos deberían ser más exigentes y no admitir un número o una frase como resumen de todo lo que sus hijos han hecho en la escuela o el instituto durante el trimestre.

En general, no preguntamos a nuestros hijos qué han aprendido en la escuela, sino qué notas han sacado. Y tampoco el profesorado informa más allá de lo que es tradicional. ¿Demasiado trabajo? Sí, porque tenemos un montón de alumnos. ¿Falta de métodos de evaluación eficaces y acertados? También, y eso es muy grave desde un punto de vista profesional.

Tal vez la opción de la conselleria de volver a las notas venga alentada por el Informe PISA y el de la Fundació Bofill. ¿Se ha destapado un supuesto descubrimiento del fracaso escolar en la escuela primaria? Parece que las notas pondrán las cosas en su sitio. No he leído en los medios de comunicación una sola opinión de los afectados. ¿Callan las escuelas por un sentimiento de culpa o será que a los diarios les cuesta publicar artículos de opinión de los docentes? Es bueno que los sociólogos investiguen cómo van las cosas en los centros.

La transparencia siempre es fecunda y fértil. Pero uno no puede dejar de preguntarse si es bueno que solo haya un observatorio internacional y/o nacional para saber cómo va la vida escolar.
Muchos nos hacemos esta pregunta: ¿se pueden medir los aprendizajes como si fueran magnitudes físicas? Creemos que no, que no tiene sentido hacerlo. Se puede conocer el estado de un aprendizaje, su calidad, las dificultades y un largo etcétera. Reducir la evaluación a una pretendida medida objetiva es un paso atrás: volver a las épocas en las que las ciencias del aprendizaje, la psicología, la epistemología y la pedagogía estaban aún por desarrollar.

Es necesaria una nueva cultura de la evaluación que la conselleria no fomenta en absoluto con esta medida. Una cultura inteligente de la evaluación escolar no pone como hito la medida del rendimiento académico, sino que insiste en conocer los procesos, porque, si estos son buenos, conduciremos mejor los aprendizajes y obtendremos resultados satisfactorios y llenos de matices.

Me pregunto a quién beneficia este paso de cangrejo de la conselleria. ¿A los alumnos? No, ellos son los primeros en darse cuenta de que se valora más la aprobación moral de los adultos que aquello que aprenden y cómo lo aprenden. ¿A los padres? Para aquellos que se despreocupan de la educación de sus hijos, seguro que las notas son la mejor manera de reforzar su indiferencia escolar. ¿Al profesorado? A los más asustados por los retos profesionales que supone la docencia ya les va bien un sistema tan simplista como este. Muchos sabemos que las notas son subjetivas, y que las ponemos con pocas ganas, por obligación.

Esta poca objetividad de las notas debería hacer reflexionar a más de un político y a más de un experto educativo. Ya se sabe que sería bastante probable que dos profesores que enseñaran la misma asignatura a un mismo alumno no le pusieran la misma nota. Los sociólogos de la educación deberían tenerlo presente cuando toman las notas de la población escolar como punto de partida de sus estudios. A veces da la impresión de que nos encontramos con informes que tienen la cabeza de oro y los pies de barro. Con las notas se hace demasiado fácil resolver quién fracasa. Me gustaría leer alguna vez un informe sociológico sobre el estado de nuestras escuelas que fuera más allá de inferencias numéricas. Éxito o fracaso escolar: ¿por qué solo dos colores? ¿Por qué esta reducción sin matices de la vida escolar?.

Copiando una expresión de moda, todo esto lo decimos maestros emprenyats. Emprenyats con los padres por su poca dedicación a los asuntos escolares de sus hijos (salvo excepciones), por que no reivindiquen con contundencia más y mejores inversiones en educación. ¿Por qué no piden un conocimiento más profundo de sus hijos? Maestros emprenyats con una Conselleria d’Educació que no sabe proponer unos modelos de evaluación eficaces y útiles.

Una última reflexión ahora que está tan de moda el sistema educativo de Finlandia: ¿allí hacen boletines de notas o informes pedagógicos?

elperiodicocas.gif TOÑO VEGA JORDI Achón (Profesor de ESO)  

Un comentario sobre “El reciente cambio en la forma de evaluación

    Leonor Barahona Vela escribió:
    marzo 27, 2008 en 3:32 pm

    Creo que el informe escolar por desempeño es lo más adecuado, valorar el logro del alumno en el año escolar es más imporante, sin emargo las magnitudes dan un críterio de promoción. Pregunto ¿qué es conveniente hacer?

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